- le grité, aunque con una sonrisita en la cara. - AaaaaaAAAAHHHHH!!!" —¿Ya se te pasó lo enojado? El señor García me sacó el dedo del culo, me metió dos en la vagina para mojarselos, y volvió a usarlos para penetrarme poco a poco el culito. Algo menos de tres horas después, cuando salieron las últimas charolas del horno, el sol comenzaba ya a asomarse por el horizonte y, pese a la niebla de la mañana, todo en derredor al fin se iluminó. Y fue al levantarme que vi la enorme erección que tenía el señor García bajo los pantalones: eso era lo que estaba aplastando con mi estómago. Pero desde fuera está correcto. Yo por mi parte estaba tan habituada a recibirlo que en apenas unos momentos mi ano cedió, comprendió que era momento de volver a recibir al macho y, suave, húmedo, se convirtió en. Yo seguí subiendo y bajando las manos apretandondolas bien, mientras, chorro tras chorro, se vaciaba los huevos en mira cara, brazos y pecho. Pero no habían pasado ni tres semanas cuando Sandra me dijo que quería hablar conmigo. - Uy, qué braguitas llevas hoy, Sandra! - ¡¡Aaaaaaaah, que bien!! La verdad es que todo este relato me había excitado bastante, así que esa noche y durante bastantes noches en adelante tuvimos buen sexo, con lo cual Sandra no podía decir que no fuera satisfecha al trabajo. Después abrió el cajón del escritorio que tenía a la derecha y sacó un tarro con una sustancia blanca. - Aaaaay, señor García... ay... señor García... - gemía ella con cada repasada- Ay, que me pica el chochito, ay, que me pica... El señor García, visiblemente excitado por estas palabras, empezó a empujar su glande, deformando la entrada de la vagina que a duras penas acomodaba la penetración, - Seguro que nunca te habían entrado un capullo así de gordo, ¿eh? - rugió él, apuntandome a una silla. —Oh, sí… claro que te voy a coger, nena –exclamó sonriente, y, de un solo movimiento al fin se deshizo del todo de los pantalones, me hizo que me subiera a la cama y me pusiera en cuatro patas (“Así como las vacas”, dijo), ayudándome a deshacerme del vestido. - Aaaaah... aaah que POLLA!!! - Bueno, a veces sí, pero muchas veces no, y es verdad que muchas veces estoy en el trabajo y claro, todo el día rodeada de tíos, estoy un poquitín excitada. ¿Es que estamos en el siglo diecinueve, donde los jefes podían hacer lo que les diera la gana? - Perdone usted, es que no sabía si lo hacía accidentalmente... En una de los recorridos de adelante para atrás, por accidente, supongo, me atrapó el clítoris con dos dedos, pellizcandolo ligeramente, y se me escapó un gemido - Ayyyyyy! OSTIA PUTA QUE BIEN ME CORROOOOOO!!!! Cuando acabamos, me dijo "Sandrita, levantate y mira mi pierna". Discretamente, haciéndome prometerle que tendría mucho cuidado y solo lo haría en casa, me dio al fin “permiso” para usar los brasieres de mamá, y luego, aprovechándome un poco de su buena disposición, conforme me fui atreviendo a usar más y más de aquellas prendas que ella había dejado en casa al irse tan de pronto, tan sólo me insistió en que no saliera de la casa así, que la gente podía ser muy pero que muy mala y no iban a entender y… bueno, en general no hubo ya ningún problema y simplemente se acostumbró a verme usar faldas y vestidos. En ese momento el jefe se puso a bramar como un toro, y noté como sus huevos parecían empezar a dar saltos: se estaba corriendo, y estaba llenando de leche a mi novia. Me soltó entonces de la mano y me tomó por la cintura, dándome un beso en la mejilla. Un día cuando Sandra volvió del trabajo me dijo. - Pese a mis súplicas, siguió así durante un buen rato. Un poco asustada por su tono, alargué la mano y toqué su enorme verga con dos dedos. - Pero, señor García, ¿qué hace usted? Ay, Juan, qué dolor, que me la está metiendo por el culito, lo estás viendo? —No. - Jajajaja - rió el señor García - no está mal para un tio de 59 años, ¿eh? - Ja,ja... pues la verdad es que nunca he llegado al punto de tener que hacerle esto a ningún hombre, pero antes que eso directamente le despidiría. Lo cual, teniendo en cuenta lo que debía pesar, era excepcional. Yo no sabía a que se refería exactamente. Ni me había dado cuenta de lo mojada que estaba. - ¿Y tú crees que él tiene derecho a eso? Pronto haría diez años que vivíamos juntos, luego de que él, llegando un día a casa buscando algo de trabajo (o simplemente qué comer), se apareciera en nuestra puerta con nada más que una vieja mochila y un remoto parentesco como carta de presentación. —Sí, ya sé que sólo sales cuando comienza a oscurecer, pero no tarda en ponerse el sol, además, nunca hay nadie por aquí –mencionó relajado, sin perder su leve sonrisa. Enternecida, cariñosa, yo pasé entonces la punta de mi dedo sobre su cicatriz en la cara, que le atravesaba desde la mandíbula hasta la sien del lado derecho, y volví a besarlo. This paper. —Me encantan tus nalgas, me moría de ganas por probarlas –murmuró, acariciándomelas. Pero él dijo que no tiene nada que ver con el aseo, que si una mujer está receptiva y no está satisfecha, va a estar rezumando. Llegamos al aparcamiento de la empresa de mi mujer, salimos del coche y entramos en el edificio. - pero esto lo decía sonriendose. Es verdad que tal vez últimamente estaba un poco mojada y los hombres no sois de piedra, y tal vez necesitaba un toque de atención. En un instante lo destapó—: vale. —Okey… vamos muy bien, verás cómo ahorita pasa –me indicó, acariciando mi espalda y nalgas, sin moverse. Además, y como no tardó en comprender, no era que usara brasier nada más por gusto, por quererlo, sino que en verdad me hacía falta: siempre mi gordura había tenido una curiosa forma femenina, mi cuerpo más parecido al de mamá que al suyo, de caderas anchas y muslos gruesos y además (y tal vez más importante), en mi pecho se fue desarrollando con el tiempo algo muy distinto a las simples tetas de obesidad de tantos otros tipos gordos; adquirieron mucho volumen, se redondearon, las aureolas y pezones se desarrollaron a pleno, tanto de hecho que en ocasiones llegué a producir leche, y eran tan sensibles que de verdad se me hizo necesario usar brasier. No... no lo hago a posta - y realmente sentí como se me abría involuntariamente el agujerito. - Mira como se le abre el culo a tu novia. -protesté, incorporandome un poco y mirandole directamente a la cara. Acabada la canción, bailamos la siguiente, y la siguiente, adoptando el ritmo de cada una, yo cada vez más suelta, animada, y luego, cuando sonó una canción bastante más suave, romántica, sin pensárselo me acercó a él y comenzamos a balancearnos. - Ay, claro que sí, pero el pobre tiene mucho trabajo últimamente, y viene muy cansado a casa.... - Me cago en la ostia. Bajamos en el ascensor y llegamos al coche. - Ay, gracias, señor García... ¿Quiere que le alcance pañuelos?" - Ay, sí, lo siento, no volverá a ocurrir! - Ayy, sí, eso me lo hace mi novio...pero Juan no tiene los dedos tan gordoooooss AYYYY. - ¡Toma, Sandrita! Mi novia se limpió las piernas de los regueros de la pegajosa leche que le llegaban hasta los tobillos y apoyada en mi, nos dirigimos a la puerta. ¿No te parece graciosísimo? Una vez el sultán iba cabalgando por las calles de Estambul, rodeado de cortesanos y soldados. Hice como dijo : me agache, quedando esa monstruosidad delante de mi cara y la rodeé con las dos manos, y empecé subir y bajarlas a lo largo de ese magnífico tronco. - ¡No puedes tener caliente a todos los trabajadores porque aquí no se hace nada! Llegó un momento en que la polla le entró por completo, y los gordos huevos del señor García empezaron a rebotarle en la vulva. Y continuó frotandome con la mano abierta mi vulva abierta. Se acercó a mí y me plantó la mano delante de la cara. Entonces el señor García me sacó los dedos, se limpió las manos en mi falda aún levantada y me dió un par de palmadas en las nalgas. Así que ahora sigo sin pañuelo. - y me empezó a meter y a sacar tres dedos a fondo en mi húmeda vagina ***CHOF CHOF CHOF CHOF CHOF ***. - muy indignado - ¿o es que no te han enseñado educación? - Sí, cariño, ya te ha entrado el capullo en el culito. —En serio, pero tengo tantas ganas… anda, ya. - Uyyyy, qué gustito... aaaaay, pero qué bien me entran... - ¿Así que tu novio te tiene totalmente abandonado el culo? Entonces sentí como el señor García me agarraba por la cintura con la mano izquierda mientras con la derecha me cogía por el borde de las braguitas y las deslizaba firmemente hasta las rodillas. Solo un dedo, ¿verdad? —Tranquilita, nena, ¿hace cuánto que no te cogen? Podía sentir su aliento sobre mi vulva mientras me inspeccionaba. Me medio incoporé casi como un reflejo, poniendo la mano entre las piernas como para intentar tapar mi humedad. Bastante más paciente, papá muy quedo tarareaba la canción que salía de la radio en tanto dibujaba alguna cosa en una servilleta. —Okey… pero con más cuidado –le indiqué, creyendo pasado el primer dolor. Empezó a moverlos dentro, sin sacarlos, produciendo un obsceno sonido cremoso. - me preguntó, mientras volvía a frotarme la vulva ya con sus manos desnudas, esta vez un poco más concentrado en la rajita. Dios, se sintió tan bien, tan bonito, que yo lo dejé hacer, puse mis manos en sus hombros y lo besé de vuelta. A ella le agobiaba un poco el tema de que estuviramos tirando los dos de mi sueldo de administrativo, y aunque había tenido algún trabajillo como camarera, no era hasta ahora que había conseguido un trabajo más o menos fijo, o al menos con contrato. CLICK ANY BANNER FOR FULL INFORMATION, updated January 29, 2021 updated January 29, 2021 Y que le parecía un hombre que imponía bastante y se sentía un poco cohibida aunque orgullosa de ser su secretaria - ¿Pero que pasa?- le decía yo en broma pero un poco con la mosca detrás de la oreja -¿que te gusta o qué? No tuve más remedio que olerle la mano - Pues... a flujo. - Bueno, niña, ¿y qué pasa con tu novio, ¿que no te deja satisfecha? Recuperé mi erección, mi polla dura se bamboleaba entre mis piernas mientras mi ano, abiertísimo, sin ofrecer ya resistencia, recibía todo aquel pedazo riquísimo de carne. - ¡Ay, que gusto!¡Ay, que polla por favoooooor!¡Qué ...puta!¡Qué puta me hace sentir! Buenas noches. - Sobre todo quiero que entiendas que aquí no hay nada depravado ni me estoy aprovechando de la situación. - Bueno, pues yo accedí, porque me siento realizada como persona tener un trabajo y ser productiva, y porque, sinceramente, necesitamos el dinero. Hasta luego, preciosa. —Abajo, a tu colchón –le ordenó Víctor a Diki, que aún estaba jugueteando sobre la cama, y por fin se acostó. Por lo visto un cúmulo de leche que aún no había salido, con el movimiento, se había abierto camino hasta la salir por su coño. La verdad es que el cipote de le había dejado el culo totalmente abierto, así que después de meterle 3 y hsta 4 dedos, conseguí meterle el puño, que su culo tragó sin mucha dificultad cada vez que su jefe la hincaba en su miembro. Siguió un rato más hasta que dejé de reaccionar y solamente yacía despatarrada sobre la mesa. Entramos a las oficinas y Sandra saludó a algunas personas, - Buenos días, señor Pedro - saludó Sandra a un ejecutivo que tendría unos 50 años. - Sí, señor García, por favor, hágame usted un dedo en el culito. Tras un rato así, pude ver como el ano de Sandra empezaba a dilatarse. Me puse coloradísima pero miré al señor García que se estaba sonriendo y dijo "Bueno, no pasa nada, pero en serio que si tu novio no hace nada, lo voy a tener que hacer yo algo". - Pero por favor, señor García, no me extraña que deje a su mujer dolorida. –me dijo él, ya con el plato vacío. - Muy bien. - Haz fuerza con el culo, como si fueras a tirarte un pedo, ya verás como entran, jajajajaja!. El carnaval del mundo engaña tanto, que las vidas son breves mascaradas; aquí aprendemos a reír con llanto y también a llorar con carcajadas. - ¡Mientras estemos en mi oficina, esta hembra es mía! - me adelanté yo - ¿Pero qué le hace a mi novia? - dijo el señor García. Me volvió a subir la falda con la otra mano y empezó a azotar mi desnudo culito : ZAS, ZAS, ZAS, - No grites tanto, niña, que todavía te estoy haciendo un favor - ZAS, ZAS, ZAS, - ¡Ay, no lo se, señor García! Aunque me extrañó un poco porque no tenía ninguna experiencia como secretaria. - Ay,ay,ayy, qué dolor. Quiero conservar este trabajo y no quiero líos. We would like to show you a description here but the site won’t allow us. - Bueno, primero vamos a ver si has mantenido tu promesa - dijo él, y le metió dos dedos en la vagina, que entraron increiblemente suave, teniendo en cuenta lo gordos que los tenía el señor García. - Pues hace una semana el señor García me llamo a su despacho y me dijo, - Mira, Sandra, ya he recibido unas cuantas quejas de gente de que vuelves a oler mucho a hembra y les pones locos. Seco y espigado, cejijunto, con esas feas cicatrices en los brazos y en la cara de las que papá no se preocupó por preguntar el origen, y que, entendiendo aparentemente todo lo que papá le contara sobre mí, comenzó a vivir en casa y ayudarnos con el pan. - ¡Toma cipote! No queriendo contradecirle más, hice como me pedía, apoyando mi rodilla derecha en la mesa, exponiendo totalmente mi vulva abierta a la vista del señor García. - Pues claro, tonta, hay que llegar a todos lados... pero no te preocupes que solo te voy a meter uno, que ahora estamos curandote. - Pues para limpiarlo habrá que rascar por dentro ¿Quieres que te lo rasque? ¿Estamos?. Yo me quedé otro rato en la cocina recogiendo y lavando los trastes, revisé luego lo que había en la despensa e hice una lista de lo que hacía falta comprar. No me han cogido nunca. El señor García daba empujones cada vez más fuertes, que casi hacían moverse la mesa. Me sacó los dedos, y entonces oí cómo se desabrochaba el cinturón y se bajaba la cremallera - date la vuelta y dime como la tiene comparado con esto.
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